Adaptación
- PACC 2018-2030
- Planes locales
- Refugios climáticos
- Cubiertas biosolares
- Cubiertas verdes
- Vulnerabilidad climática, verde y azul
- Guía de criterios bioclimáticos
Se desarrollan estrategias en dos direcciones: la mitigación de sus efectos (acciones que ayuden a reducir los efectos de la huella del carbono) y la adaptación a las condiciones futuras de este cambio. En este sentido, "adaptación" significa realizar actuaciones previamente a que se den los efectos adversos del cambio climático, y tomar las medidas adecuadas para prevenir o minimizar los daños de los diferentes impactos asociados.

PACC 2018-2030
Un elemento clave de la adaptación al cambio climático es la resiliencia. En el contexto metropolitano, el camino hacia la resiliencia implica trabajar por un modelo y territorio resiliente en todos los ámbitos, con un patrón de desarrollo sostenible en el tiempo y respetuoso con el entorno desde un punto de vista global. En este camino y para definir las medidas de acción, hay que tener muy en cuenta aquellas áreas, estructuras y colectivos más vulnerables al cambio climático, en los que los impactos derivados de este puedan ser mayores.
El Plan de Adaptación al Cambio Climático del AMB (2018-2030) forma parte del Plan Clima y Energía 2030 del AMB.
Las políticas y acciones de adaptación deben ser asumidas por cada municipio según sus características, los riesgos diferentes a los que se enfrenta y su estructura competencial. La escala local y supralocal son aquí especialmente relevantes, poniendo de manifiesto el papel clave que juega el AMB.
Descargar el PACC 2018-2030
El Plan de Adaptación al Cambio Climático del AMB (2018-2030) forma parte del Plan Clima y Energía 2030 del AMB.
Las políticas y acciones de adaptación deben ser asumidas por cada municipio según sus características, los riesgos diferentes a los que se enfrenta y su estructura competencial. La escala local y supralocal son aquí especialmente relevantes, poniendo de manifiesto el papel clave que juega el AMB.
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Planes locales
El AMB, como coordinador del nuevo Pacto Integrado de Alcaldes por el Clima y la Energía (PACES), y en el marco del Plan Metropolitano de Adaptación al Cambio Climático 2015-2020 (PACC), ha elaborado planes locales de adaptació al cambio climático en tres municipios metropolitanos: Viladecans, El Prat de Llobregat y Santa Coloma de Gramenet.
PLACC Esplugues de Llobregat
PLACC L'Hospitalet de Llobregat
PLACC Molins de Rei
PLACC Prat de Llobregat
PLACC Sant Feliu de Llobregat
PLACC Sant Adrià de Besòs
PLACC Sant Joan Despí
PLACC Sant Just Desvern
PLACC Santa Coloma de Gramenet
PLACC Tiana
PLACC Viladecans
PLACC Esplugues de Llobregat
PLACC L'Hospitalet de Llobregat
PLACC Molins de Rei
PLACC Prat de Llobregat
PLACC Sant Feliu de Llobregat
PLACC Sant Adrià de Besòs
PLACC Sant Joan Despí
PLACC Sant Just Desvern
PLACC Santa Coloma de Gramenet
PLACC Tiana
PLACC Viladecans
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Refugios climáticos
La red metropolitana de refugios climáticos (XMRC) agrupa los equipamientos municipales, como bibliotecas, centros cívicos o escuelas, y los espacios públicos, tales como grandes parques, que pueden proporcionar condiciones de confort térmico en episodios de temperaturas extremas.
Sirve para facilitar a la ciudadanía, y en especial a la población más vulnerable al calor extremo, espacios adecuados para recuperarse del estrés térmico que provocan las altas temperaturas sobre el cuerpo humano.
Consultar la XMRC
Sirve para facilitar a la ciudadanía, y en especial a la población más vulnerable al calor extremo, espacios adecuados para recuperarse del estrés térmico que provocan las altas temperaturas sobre el cuerpo humano.
Consultar la XMRC
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Cubiertas biosolares
Las cubiertas biosolares son la combinación de cubiertas verdes y fotovoltaicas, la cuales contribuyen a la generación de energía limpia (de bajas emisiones y sin ruidos), y fomentan el verde urbano, lo que mejora la calidad del aire además de aportar otros servicios ecosistémicos. Son, por tanto, una solución integral con múltiples beneficios ambientales.
- Ficha técnica Redacción de memorias técnicas de cubiertas biosolares.
Estado: en curso
Fecha de aprobación: mayo de 2021
Dirección del proyecto: Minerva Campos (técnica de cambio climático), Elena Lacort (técnica de cambio climático) y Ana Romero (jefa del Servicio de Emergencia Climática y Educación Ambiental)
Asistencia: UTE formada por Envolta y MataAlta Studio - Actuaciones 2021
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Cubiertas verdes
Este visor cartográfico es una herramienta que orienta sobre la necesidad en el territorio para instalar cubiertas verdes, así como sobre el potencial de los distintos edificios para poder hacerlo. Integra diferentes bases de información cartográfica: sobre las edificaciones, los requerimientos de capacidad de carga para instalación de cubiertas verdes, variables sobre el déficit de verde a nivel territorial y por habitante, o zonas con mayor riesgo a sufrir oleadas de calor, entre otras.
Su objetivo es el aprovechamiento de las cubiertas de los edificios para incrementar la infraestructura verde urbana. Esta actuación es una de las más prioritarias, urgentes y necesarias en términos de adaptación al cambio climático.
Su objetivo es el aprovechamiento de las cubiertas de los edificios para incrementar la infraestructura verde urbana. Esta actuación es una de las más prioritarias, urgentes y necesarias en términos de adaptación al cambio climático.
- ¿Qué es una cubierta verde? Una cubierta verde es un espacio con vegetación instalado en la parte superior de los edificios. Aporta múltiples beneficios socioambientales (incremento del verde urbano, aislamiento térmico de los edificios, etc.), contribuyendo a hacer frente a los retos del cambio climático. La presencia de vegetación tiene una importancia clave, pero además, una cubierta verde puede tener otros usos, como generar energía o captar agua de lluvia, que beneficien a las personas y al medio ambiente.
Otros beneficios sociales y ambientales que nos aportan las cubiertas verdes multifuncionales son:- Aprovechamiento del espacio para la vecindad y para el fomento de las relaciones sociales.
- Mejora del aislamiento y la eficiencia energética del edificio.
- Reducción de los niveles de contaminación.
- Reducción del efecto de isla de calor.
- Mejora de la biodiversidad urbana.
- Aumento de la vida útil de la impermeabilización.
- Revalorización de la finca.
- Criterios de localización Son muchas las azoteas o cubiertas que, según las características del catastro y la pendiente, podrían convertirse en cubierta verde. Sin embargo, la ciudad no es homogénea, tanto en términos de configuración de los espacios como de su entorno, y las dinámicas y efectos que sufren también varían.
Para localizar azoteas idóneas donde se pueda establecer una cubierta verde hay que basarse, en primer lugar, en las características de la edificación (según los datos del catastro) y en la pendiente de la misma cubierta. Adicionalmente (y de forma no excluyente), se tendrá en cuenta el año de construcción del edificio y la normativa con la que se edificó, información que se traduce en unos valores de referencia de la capacidad de carga que puede asumir la cubierta.
En el caso de las edificaciones más antiguas, la instalación de una cubierta puede comportar un mayor coste, porque requieren actuaciones o estudios adicionales para adaptarse a la normativa actual y asegurar su viabilidad. También será necesario fijarse en el valor del albedo (cubiertas frescas), porque una cubierta verde mejoraría su valor, combatiendo la absorción térmica y el efecto de isla de calor. - Indicadores Se ha establecido un indicador del grado de prioridad de la cubierta verde potencial, que va de 0 a 5 e indica los espacios donde sería más beneficioso establecer una cubierta verde en términos de cambio climático y de carencia de vegetación. Para determinar estos espacios, hay que basarse en la delimitación de unas zonas clave (ZC), que se fundamentan en los siguientes parámetros de cambio climático y vegetación:
- Temperatura en superficie
- Olas de calor
- Proyecciones de temperatura vegetación
- Déficit de verde por habitante
- Déficit en porcentaje de recubrimiento de vegetación
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Vulnerabilidad climática, verde y azul
Los efectos del cambio climático, como el aumento de la temperatura o la reducción de lluvia, son ya evidentes en el territorio metropolitano, y serán más graves en los próximos años, de forma más o menos intensa, dependiendo de las medidas que se tomen ahora y en el futuro cercano para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La suma de los efectos del cambio climático con el fenómeno de la isla de calor hace prever un incremento de las temperaturas en los entornos urbanos del área metropolitana bastante considerable en los próximos años.
El efecto de la isla de calor provoca que el aire sobre las ciudades se vuelva más cálido. Este calentamiento de los entornos urbanos, especialmente en verano, se explica por el aumento excesivo de superficies pavimentadas y no permeables, la reducción de espacios verdes urbanos, el aumento del número de vehículos, el uso de luz artificial, y por otras actividades que generan energía calorífica. Los espacios verdes y azules urbanos crean un refrescante efecto y mejoran la sensación térmica en zonas urbanas. La presencia de vegetación y láminas de agua ofrece un servicio ecosistémico de regulación térmica del clima urbano, la estrategia más eficiente para mitigar el efecto de la isla de calor.
El Plan Clima y Energía 2030 del AMB (aprobado por el Consejo Metropolitano el 25 de septiembre de 2018) prevé como línea de acción en la lucha contra el cambio climático la renaturalización del territorio metropolitano para aumentar la resiliencia de las ciudades a través de la potenciación de los espacios verdes y azules, la mejora de la permeabilidad del suelo, la regulación ecológica del ciclo del agua o la intervención en las zonas vulnerables a efectos de la isla de calor, entre otras estrategias..
La Declaración de Emergencia Climática (aprobada por el Consejo Metropolitano el 23 de marzo de 2021), responde a la necesidad urgente de actuar ante la situación crítica en la que nos encontramos, en la que ya no basta una transición gradual hacia modelos más sostenibles, sino que es necesario superar el funcionamiento habitual con acciones de gran envergadura. Entre los cinco retos climáticos planteados, el reto 4 plantea planificar ciudades y entornos más sostenibles y adaptados al cambio climático. Así pues, son necesarias actuaciones clave para mejorar el confort térmico y poder tener ciudades más frescas y menos vulnerables a los veranos que vendrán, que serán más largos y más calurosos.
Es conocido que los impactos del cambio climático no afectan a toda la ciudadanía por igual. Los fenómenos extremos, como las inundaciones o las olas de calor extremo, a menudo tienen un efecto más dañino sobre determinados grupos de población vulnerable. Estos grupos incluyen personas con un estatus socioeconómico bajo, personas con determinadas condiciones físicas (vivienda, entorno construido) que presentan mayores dificultades para prepararse y recuperarse de los impactos del cambio climático, y que además pueden acumular otros perjuicios como las bajas calidades ambientales (falta de espacio verde y mala calidad del aire). Las medidas de adaptación que se implementen sin considerar las necesidades de estos grupos vulnerables podrían intensificar las desigualdades ya existentes frente a las consecuencias del cambio climático sobre las sociedades urbanas.
El estudio de vulnerabilidad social al cambio climático permitirá realizar y cartografiar un índice de vulnerabilidad social en el cambio climático (IVSCC) en el ámbito metropolitano. El análisis socioespacial de este índice permitirá evaluar en qué zonas urbanas dentro de este ámbito existe una concentración importante de potenciales agravios climáticos. Estos resultados podrán orientar el diseño de estrategias de adaptación al cambio climático en el ámbito metropolitano que busquen disminuir las desigualdades sociales causadas por los impactos del cambio climático y crear soluciones de adaptación más justas. En esta actuación se pondrá el foco en los riesgos provocados por el aumento de las temperaturas, y en las medidas de adaptación que se están tomando al respecto, como la propuesta e implementación de los refugios climáticos metropolitanos.
El efecto de la isla de calor provoca que el aire sobre las ciudades se vuelva más cálido. Este calentamiento de los entornos urbanos, especialmente en verano, se explica por el aumento excesivo de superficies pavimentadas y no permeables, la reducción de espacios verdes urbanos, el aumento del número de vehículos, el uso de luz artificial, y por otras actividades que generan energía calorífica. Los espacios verdes y azules urbanos crean un refrescante efecto y mejoran la sensación térmica en zonas urbanas. La presencia de vegetación y láminas de agua ofrece un servicio ecosistémico de regulación térmica del clima urbano, la estrategia más eficiente para mitigar el efecto de la isla de calor.
El Plan Clima y Energía 2030 del AMB (aprobado por el Consejo Metropolitano el 25 de septiembre de 2018) prevé como línea de acción en la lucha contra el cambio climático la renaturalización del territorio metropolitano para aumentar la resiliencia de las ciudades a través de la potenciación de los espacios verdes y azules, la mejora de la permeabilidad del suelo, la regulación ecológica del ciclo del agua o la intervención en las zonas vulnerables a efectos de la isla de calor, entre otras estrategias..
La Declaración de Emergencia Climática (aprobada por el Consejo Metropolitano el 23 de marzo de 2021), responde a la necesidad urgente de actuar ante la situación crítica en la que nos encontramos, en la que ya no basta una transición gradual hacia modelos más sostenibles, sino que es necesario superar el funcionamiento habitual con acciones de gran envergadura. Entre los cinco retos climáticos planteados, el reto 4 plantea planificar ciudades y entornos más sostenibles y adaptados al cambio climático. Así pues, son necesarias actuaciones clave para mejorar el confort térmico y poder tener ciudades más frescas y menos vulnerables a los veranos que vendrán, que serán más largos y más calurosos.
Es conocido que los impactos del cambio climático no afectan a toda la ciudadanía por igual. Los fenómenos extremos, como las inundaciones o las olas de calor extremo, a menudo tienen un efecto más dañino sobre determinados grupos de población vulnerable. Estos grupos incluyen personas con un estatus socioeconómico bajo, personas con determinadas condiciones físicas (vivienda, entorno construido) que presentan mayores dificultades para prepararse y recuperarse de los impactos del cambio climático, y que además pueden acumular otros perjuicios como las bajas calidades ambientales (falta de espacio verde y mala calidad del aire). Las medidas de adaptación que se implementen sin considerar las necesidades de estos grupos vulnerables podrían intensificar las desigualdades ya existentes frente a las consecuencias del cambio climático sobre las sociedades urbanas.
El estudio de vulnerabilidad social al cambio climático permitirá realizar y cartografiar un índice de vulnerabilidad social en el cambio climático (IVSCC) en el ámbito metropolitano. El análisis socioespacial de este índice permitirá evaluar en qué zonas urbanas dentro de este ámbito existe una concentración importante de potenciales agravios climáticos. Estos resultados podrán orientar el diseño de estrategias de adaptación al cambio climático en el ámbito metropolitano que busquen disminuir las desigualdades sociales causadas por los impactos del cambio climático y crear soluciones de adaptación más justas. En esta actuación se pondrá el foco en los riesgos provocados por el aumento de las temperaturas, y en las medidas de adaptación que se están tomando al respecto, como la propuesta e implementación de los refugios climáticos metropolitanos.
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Guía de criterios bioclimáticos
El efecto de la isla de calor provoca que el aire sobre las ciudades se vuelva más cálido. Los espacios verdes urbanos crean un efecto refrescante y mejoran la sensación térmica en zonas urbanas. La presencia de vegetación ofrece un servicio ecosistémico de regulación térmica del clima urbano, la estrategia más eficiente para mitigar el efecto de la isla de calor.
En un contexto de aumento de olas de calor, disponer de un espacio público funcional es fundamental para salvaguardar la salud y el bienestar de las personas. Gracias a la presencia de vegetación, los espacios verdes tienen una temperatura inferior a la de otros espacios urbanos y generan un efecto refrescante que se extiende por su entorno cercano. Por lo general, se podría decir que los espacios verdes con una presencia de vegetación moderada pueden tener una diferencia de unos 2-3 °C (a lo largo del día), respecto a zonas sin vegetación. Esta diferencia de temperatura se incrementa después de la puesta de sol, sobre todo en lugares menos húmedos, donde la temperatura puede descender hasta 5 °C, y en algunos casos hasta 6,5 °C. Por tanto, optimizar y potenciar los atributos físicos de los espacios verdes en este sentido es una estrategia importante para mitigar el calentamiento y reducir los riesgos para la salud, sobre todo durante los meses de verano.
Además de la vegetación, existen otras características de los espacios verdes urbanos (puntos de agua, permeabilidad, pavimentos) que también afectan a las temperaturas y que pueden acentuar o disminuir el efecto de la isla de calor dependiendo de cómo se diseñen.
Los espacios verdes urbanos del territorio metropolitano, incluidos los parques, potencialmente cumplen con la función de espacios de refugio climático. Ahora bien, considerando los escenarios futuros de cambio climático, debería haber más espacios verdes, si no todos, que dispusieran de zonas que cumplieran esta condición de regulación térmica. Para conseguirlo, será necesario realizar un esfuerzo muy importante para repensar su diseño y apostar por mejorar la calidad de la vegetación, así como la cantidad de los puntos de agua vinculados a estos espacios.
Esta guía de criterios bioclimáticos incluye los criterios de diseño y actuación en los espacios verdes urbanos que pueden potenciar y mejorar de forma notable la regulación térmica de estos espacios, tanto a escala local (dentro de las zonas de uso del espacio verde) , como escala de ciudad (en torno al espacio verde).
Conviene tener en cuenta que los criterios propuestos no funcionan como soluciones aisladas, sino como un conjunto de soluciones que deben plantearse de forma integral en los espacios donde se intervenga.
La guía incluye 16 criterios para mejorar el efecto refrescante de los espacios verdes, que están organizados en tres tipos: criterios generales de diseño y ordenación, criterios sobre la vegetación y criterios para los suelos. La guía también incluye un listado de aproximadamente 140 especies, cuyas características están organizadas para dar respuesta a los criterios que incluye la guía.
En un contexto de aumento de olas de calor, disponer de un espacio público funcional es fundamental para salvaguardar la salud y el bienestar de las personas. Gracias a la presencia de vegetación, los espacios verdes tienen una temperatura inferior a la de otros espacios urbanos y generan un efecto refrescante que se extiende por su entorno cercano. Por lo general, se podría decir que los espacios verdes con una presencia de vegetación moderada pueden tener una diferencia de unos 2-3 °C (a lo largo del día), respecto a zonas sin vegetación. Esta diferencia de temperatura se incrementa después de la puesta de sol, sobre todo en lugares menos húmedos, donde la temperatura puede descender hasta 5 °C, y en algunos casos hasta 6,5 °C. Por tanto, optimizar y potenciar los atributos físicos de los espacios verdes en este sentido es una estrategia importante para mitigar el calentamiento y reducir los riesgos para la salud, sobre todo durante los meses de verano.
Además de la vegetación, existen otras características de los espacios verdes urbanos (puntos de agua, permeabilidad, pavimentos) que también afectan a las temperaturas y que pueden acentuar o disminuir el efecto de la isla de calor dependiendo de cómo se diseñen.
Los espacios verdes urbanos del territorio metropolitano, incluidos los parques, potencialmente cumplen con la función de espacios de refugio climático. Ahora bien, considerando los escenarios futuros de cambio climático, debería haber más espacios verdes, si no todos, que dispusieran de zonas que cumplieran esta condición de regulación térmica. Para conseguirlo, será necesario realizar un esfuerzo muy importante para repensar su diseño y apostar por mejorar la calidad de la vegetación, así como la cantidad de los puntos de agua vinculados a estos espacios.
Esta guía de criterios bioclimáticos incluye los criterios de diseño y actuación en los espacios verdes urbanos que pueden potenciar y mejorar de forma notable la regulación térmica de estos espacios, tanto a escala local (dentro de las zonas de uso del espacio verde) , como escala de ciudad (en torno al espacio verde).
Conviene tener en cuenta que los criterios propuestos no funcionan como soluciones aisladas, sino como un conjunto de soluciones que deben plantearse de forma integral en los espacios donde se intervenga.
La guía incluye 16 criterios para mejorar el efecto refrescante de los espacios verdes, que están organizados en tres tipos: criterios generales de diseño y ordenación, criterios sobre la vegetación y criterios para los suelos. La guía también incluye un listado de aproximadamente 140 especies, cuyas características están organizadas para dar respuesta a los criterios que incluye la guía.
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